martes, 20 de mayo de 2014

Más

No puedes llenarte.
No hay descanso en los latidos, ya no hay.
Y aunque se pudiera descansar de un palpitar del corazón, no podríamos prescindir de la emoción que lo provoca.
Cada vez más adictos al placer que dolor intenso y amor eterno producen en la misma frecuencia, en la misma intensidad.
Todo nos duele, todo nos mata una parte de tejido coronario, un infarto pequeño por cada triunfo y uno por cada fracaso.
Y el corazón cede a la constante actividad que lo desgasta y lo pone a prueba.
Si éste tuviera mirada la bajaría pidiendo piedad y abriría los ojos con ansias pidiendo a su vez más y más.
Nos gusta darnos al tiempo, a la muerte, nuestro músculo suicida vive de esa emoción fuerte. De morir, vive. De morir, vivimos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario